Pateando el bote
¿Quién no recuerda o ha oído hablar del “bote pateado”?, ese juego infantil en el que un grupo de niños o no tan niños pateaban un bote y todos se escondían y de pronto alguien lo encontraba y lo volvía a patear. Bueno pues ese juego infantil se ha convertido en una analogía en al ámbito político y hasta en algunas esferas privadas cuando, por diversas circunstancias, no se encuentra la capacidad o posibilidad de solucionar cualquier asunto, pues lo mejor es alargar y alargar “pateando el bote”.
Para no ir tan lejos, aquí en nuestro municipio de Los Cabos y en diferentes administraciones ¿cuántas obras, proyectos o planes se han postergado?:
El tema de la nueva planta desalinizadora y la ampliación de la actual, si bien recientemente ya se colocó la primera piedra, no garantiza que efectivamente se construya y queden terminadas las dos obras o al menos la ampliación, en los dos años que se anunciaron.
El teatro de la ciudad de San José del Cabos, Miguel Lomelí Ceseña, es uno de tantos ejemplos del desinterés de las autoridades por la cultura local. Antiguamente el que fuera el cine Siglo XXI y donde tenían lugar graduaciones, obras de teatro y diversos eventos, fue remodelado, por cierto con muy mal gusto y con errores en el escenario, camerinos y en la colocación de butacas. Bueno pues, esa remodelación no duró ni 3 años cuando se decidió realizar una cirugía mayor, la que se intentó y no ocurrió. Prácticamente se demolió y se decía que con 10 millones de pesos que se le habían asignado, iba a quedar listo para operar, ahora sí como un verdadero Teatro de la Ciudad. Pues no, eso no pasó, ya que para empezar, nadie supo explicar (en la Administración de Armida Castro ni en la actual) dónde quedaron esos famosos 10 millones pesos y tampoco del porqué del teatro solo quedaron las ruinas. Se puede observar que ahora es un triste cascarón que sigue ahí, en el centro de San José del Cabo como un monumento a la incapacidad y, hasta diría yo, a la negligencia mezclada con la muy probable corrupción del que los ciudadanos, artistas y promotores de la cultura, fuimos víctimas.
Ni que decir del Pabellón Cultural de la República en Cabo San Lucas, que si bien se ha desempeñado (con importantes limitaciones) como el principal recinto para eventos culturales de todo tipo y otros, como actividades sociales, políticas, escolares, conferencias, graduaciones, etcétera, pero, eso sí, nunca con la operación al 100% de sus posibilidades pues realmente nunca se concluyó del todo. Tan es así que el más reciente evento que fuel la ampliación de los 50 años del famoso festival Cervantino, paradójicamente tuvo lugar ahí mismo pero….en el estacionamiento, al lado del complejo del Pabellón, a un costo de casi 3 millones de pesos y una asistencia de menos de 500 personas en los 6 o 7 días que duró todo el evento. Por cierto al alcalde le pasaron mal el dato, ya que en su primer informe dijo que habían asistido 5,000 personas, lo que está muy lejos de la cifra real. En fin, lo bueno es que, al parecer, si es que no “patean el bote”, se formará un patronato que sea más eficaz y sobre todo, más transparente. Ojalá y así sea. Habrá que otorgar le beneficio de la duda.
Otro de los temas que también se encuentran en situación del “bote pateado” es el proyecto de disminuir accidentes urbanizando unos kilómetros de la carretera de cuatro carriles antes de llegar a Cabo San Lucas y otro tramo similar antes de llegar a San José del Cabo. Los recursos para tal efecto se reunieron con la aportación de algunos desarrolladores quedando la coordinación y la contribución en el proyecto ejecutivo y autorizaciones correspondientes por la SICT (Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes) federal en Baja California Sur. Sin embargo el entonces titular, Javier Rendón, fue removido recientemente por lo que no hubo otro remedio que “patear el bote” de nuevo, a ver quién retoma el asunto.
Igualmente los proyectos de mayor envergadura como son los puntos de evidente conflicto en la carretera de cuatro carriles Aeropuerto-San José del Cabo-Cabo San Lucas y donde más accidentes se presentan, como la intersección del bordo con el corredor en Cabo San Lucas; la escasez de vialidades alternas desde la famosa calle de Leona Vicario para conectar con las colonias aledañas; ni que decir de la entrada al Tezal, que es una comunidad de más de 12, 13 mil habitantes que al menos ya cuenta con un plan urbano más definido; no se diga de la zona de Cerro Colorado donde se localizan la mayoría de las agencias automotrices, un área de gran movimiento vehicular y de personas donde confluyen un centro comercial y de oficinas, una escuela con una alta población estudiantil, un centro deportivo además de un hospital con consultorios además de zonas condominiales y residenciales de lujo que fueron surgiendo en la ausencia de una planeación congruente con la complejidad que ahora representa y que está más que rebasada.
Lo mismo podríamos decir de la rehabilitación del Estero de San José del Cabo con la rebasada planta de tratamiento que sigue afectándolo aún en manos de Fonatur y en proceso de ser transferida al Ayuntamiento de Los Cabos, donde la solución integral sigue siendo postergada sin una definición clara y contundente.
Afortunadamente y para iniciar este 2023 con optimismo, el gobierno estatal tuvo a bien convocar una licitación abierta que concluyó designando al ganador que es un despacho (KTI) de Los Cabos especializado y muy experimentado para la elaboración de un plan de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano estatales incluyendo -por supuesto- a Los Cabos, donde ya se tienen avances importantes para la solución de los conflictos arriba expuestos, esperando que –ahora sí- no se vuelva a “patear el bote”.
Que lo mejor del 2022 sea lo peor del 2023. Feliz y próspero año.
AF