El hoyo de la dona
Se dice que para los japoneses el hueco en medio de una dona no está vacío, sino lleno de nada.
Parecería un asunto trivial jugar con esta forma de ver las cosas y nos llevaría irremediablemente aquello del vaso medio lleno o medio vacío.
A partir de cómo queremos entender la realidad podemos definir rasgos de nuestra personalidad. ¿Estamos echados para adelante o para atrás?
Viene a mi mente esta reflexión al estar viendo en números como nos afectó la pandemia.
Más allá de los falsos optimismos gubernamentales, lo real es que para amplios sectores de la población el paso por la pandemia ha tenido un costo altísimo, no sólo en pérdida de vidas humanas, sino de las secuelas que ha dejado en la salud de miles de mexicanos. Los síntomas se expresan en una amplísima variedad que atacan a distintos órganos del cuerpo humano y que van desde coágulos de sangre en venas y arterias, afecciones cardíacas, daño renal severo, neurológico, hasta problemas oculares entre muchos otros.
Y para colmo de males nuestro endeble sistema de salud pública no está en condiciones de dar una respuesta adecuada a esta situación por las grandes carencias de medicamentos y equipo del que adolecen la mayoría de los hospitales.
Los resultados por el contagio masivo de COVID-19 en México han sido devastadores. Se calcula conservadoramente por el INEGI, que en nuestro país se infectaron alrededor de 7’500,000 personas, la cifra podría llegar al doble por la falta de datos confiables. Oficialmente el gobierno federal reconoce 340,000 muertes a consecuencia del coronavirus, organismos independientes especulan que el número real rebasó los 600,000 casos. De los fallecidos los más afectados por comorbilidades fueron los hipertensos 11.87%, obesos 9.64, y diabéticos 8.77%
Las mujeres fueron más propensas a padecer la enfermedad 53.23% que los hombres 46.77%. Y del total de enfermos el 9.97% requirió ser hospitalizado.
En términos económicos las cosas no fueron mejor. De acuerdo al INEGI, entre marzo y abril del 2020 se perdieron 12.5 millones de puestos de trabajo y se calcula que más de un millón de negocios formales e informales cerraron sus puertas de forma definitiva, la mayoría de estos micro y pequeñas empresas.
Pero la vida sigue.
Después de que ha pasado la pandemia y una vez hecho el recuento de los daños viene el reinventarse. Revisar nuestro proyecto personal de vida y prepararnos para la nueva pandemia. Es cuestión de tiempo para que tengamos otra contingencia sanitaria mundial.
Pandemias y crisis económicas siempre han ido de la mano. La devastación que causa entre la población una infección colectiva sea viral o bacteriana se traduce en mayor miseria para la población más vulnerable. Esa es la historia de la humanidad. Cuando menos en los últimos 8,200 años cuando se formaron las primeras ciudades.
Las plagas, pestes, o maldiciones como se les conocía en el pasado son cíclicas. Tal vez un recurso recurrente de la naturaleza para mantenernos a raya como la máxima especie depredadora del planeta.
Ahora nos toca preguntarnos si el hoyo en el centro de la dona está vacío o lleno de nada. Dependiendo de la respuesta tal vez podamos ver la oportunidad que nace de la tragedia y darles la vuelta a las cosas y ponerlas a nuestro favor.
En eso radica la impresionante capacidad del ser humano para adaptarse y sobrevivir.