En nombre de la democracia

Sin duda que el concepto de democracia puede estar entre los más manoseados en toda época y lugar.

Tal vez hasta pueda competir con los de libertad, amor, justicia, paz y Dios.

Pues en nombre de estos se han cometido las peores atrocidades de la humanidad con el pretexto de que se hacen en beneficio de los pueblos.

Curiosamente los más encarnizados enemigos de tales conceptos son los que han proclamado defenderlos.

Ahí tenemos el caso actual de la infame guerra de Rusia contra Ucrania. Putin alega que la invasión al país vecino es para preservar la paz y hacerles justicia a los ciudadanos rusos asentados en la región del Donbás.

Pongamos tambien el escandaloso e inmoral comportamiento de Trump, empeñado en dinamitar la democracia de nuestro vecino del norte con el pretexto de defenderla.

Los ejemplos pueden darse por miles, pero la realidad es que estamos muy lejos de vivir en un mundo donde imperen la democracia, el amor, la justicia, la paz y el nombre de Dios signifique algo más que una lejana esperanza de recibir consuelo en el otro mundo para millones de personas.

Y nuestro país no se escapa de este escenario, por décadas los mexicanos hemos venido sufriendo cualquier cantidad de atropellos, crímenes y vejaciones a manos de los que juraron hacer valer las leyes cuando llegaron a ocupar cargos públicos, y lejos de hacer que el respeto a la democracia sea cosa de cada día y que impere la paz en toda la geografía nacional es todo lo contrario.

La democracia es mucho más que los discursos de los políticos en campaña. Implica básicamente permitir que los ciudadanos no solamente tengan derecho al voto durante las elecciones, sino que haya transparencia en el manejo de los recursos públicos, rendición periódica de cuentas de los funcionarios, atención oportuna y eficiente de las quejas de la población sobre el funcionamiento de las diferentes áreas de la administración pública, libertad de expresión y prensa y que adicionalmente se fomente la cultura democrática y el respeto irrestricto a las libertades civiles. 

Los partidos políticos en nuestro pais, se han distinguido durante muchos años por ser grandes simuladores del respeto a la democracia al interior de sus filas. Generalmente los candidatos a ocupar puestos de elección popular son propuestos por los caciques que dominan cada organismo político. De ahí en adelante lo que sigue es una gran farsa para imponer a los elegidos donde se vale de todo, desde el chantaje y la intimidación, hasta el asesinato de los candidatos incómodos, acuérdense de Lomas Taurinas en 1994.

Luego entonces, si dentro de los mismos partidos políticos no se fomenta ni respeta la democracia, ¿Cómo podemos esperar que esos candidatos una vez que son proclamados funcionarios públicos actúen en defensa de ésta?

Claro que eso no va a pasar, de ahí que las viejas prácticas de opacidad en el manejo de los recursos públicos, la rampante corrupción, el nepotismo, la ineficiente actuación de muchos funcionarios públicos y en algunos casos hasta el descarado pillaje cometido contra el erario sean la práctica cotidiana en la mayoría de los gobiernos estatales y municipales del país.

La democracia nace al seno de cada club deportivo o social, sindicato, ejido, cooperativa, colegio de profesionistas, asociación religiosa o dondequiera que exista un colectivo. Desde ahí se deben fomentar las sanas prácticas democráticas. Y acostumbrarnos a pedir resultados, informes de los manejos de los dineros y la destitución de todos aquellos elementos que resulten ineptos y corruptos que ocupen algún puesto dentro de la organización de que se trate.

La democracia se debe de vivir día a día en cada rincón del país. Y no solo ser un discurso para ocultar las tropelías que se cometen en su nombre contra la ciudadanía.

armandosanchezsalcido@gmail.com