A nada del colapso irreversible
En Los Cabos, comienzan a sentirse -como nunca-, los verdaderos síntomas de un destino turístico en medio de una situación de grave incertidumbre debido a varios factores simultáneos, como si faltara poco con los problemas que nos traerá la nefasta guerra rusa-ucraniana. Varios son los factores que, al mismo tiempo, como que parece quisieran enfilarse a una tormenta perfecta.
Sí, suena hasta un poco exagerado, es más, ojalá y así sea, y que no ocurra. Veamos los hechos: le explosión demográfica con una reciente ola de nuevas familias inmigrantes de diversos niveles socioeconómicos, en especial de clase media alta, han tomado por sorpresa la capacidad del municipio, en especial de las zonas de San José, Corredor y San Lucas.
Las escuelas públicas y en particular las privadas, se han saturando irremediablemente; las casas para rentar e incluso para comprar son cada vez más difíciles de encontrar; los servicios (agua, luz, drenaje, recolección de basura) comienzan a mermar y fallar primero en las zonas más populares, lo que afecta a miles de trabajadores y, después (o sea, ahora) en colonias de mejores posibilidades económicas también.
Vienen de ciudades como México, Guadalajara y quizá algunas otras del noroeste del país, con la esperanza legítima de encontrar mejor calidad de vida. Sin embargo no contaban con lo que ya estamos viendo: movilidad en crisis, con vialidades limitadas y crecimiento irrefrenable de vehículos; sin ordenamiento urbano; sin planeación de movilidad; conflictos e intereses encontrados en los que predominan los menos por los más; gremios, como el de los taxistas, favorecidos por autoridades precisamente porque algunas o muchas de las concesiones de unidades o flotas pertenecen a funcionarios o familiares de ellos o a grupos políticos o ligados al poder y que, obviamente, mantienen un manto protector al impedir que se promulgue una ley más abierta al mercado libre del transporte (cosa que no van a permitir). Sin pensar que el objetivo debiera ser buscar un bien mayor como es el de beneficiar a ciudadanos, trabajadores del volante, visitantes nacionales y extranjeros así como una mayor facilidad de movimiento para estimular la economía local.
Es muy importante que los taxistas también tengan oportunidad de crecer y beneficiarse del servicio de transporte que siempre han proporcionado y que además les da el derecho a integrarse al sistema de plataformas con tarifas más competitivas y/o con taxímetros razonables, más no a impedir el derecho de seleccionar el transporte que más convenga y que todos tenemos. Pero no, las fuerzas tiran de un lado y otro, hasta parece que volveremos a ver escenas como aquellas de hace 25 ó 30 años, en las que autobuses y minibuses eran detenidos para hacer bajar a los turistas.
Ahora, no podemos darnos ese “lujo” de arriesgar la imagen y el futuro de Los Cabos como destino turístico, o lo que es lo mismo, a todos los que viven directa o indirectamente del turismo igualmente.
Por su parte, los miles de usuarios de la carretera, incluidos los recién llegados (que son un buen), ya se empezaron a dar cuenta que las cosas no son tan bonitas ni placenteras como las esperaban ¡qué va!, los embotellamientos ya se están viviendo como parte del paisaje diario. Sino es que están repavimentando, bacheando o reparando, o a alguien que se le descompuso el coche o pinchó una llanta o, lo que es peor: uno o dos accidentes diarios que ya son parte de la cada vez más preocupante, o más bien, desesperante rutina diaria. Ahora, y para echarle más leña al fuego, bloqueos de conductores de Uber que se sienten desplazados y hostigados por los inspectores, afectando a miles de personas que o perdieron un vuelo, o llegaron tarde a una cita importante o por cualquier otra razón como puede ser llegar a un hospital, ya entramos al modo stress, sin poder hacer nada, y quedar impotente ante la adversidad.
El caso es que estamos a unos pasos del caos vial sino es que ya llegamos a eso. Tanto autoridades de los tres niveles, la cúpula empresarial, integrantes de toda la fuerza económica-turística y sociedad en general, deben tener consciencia de que URGE valorar la situación para buscar -juntos- soluciones inmediatas y así evitar caer en un gran un atolladero que pueda ser irreversible.
Cuídese
AFC