El segundo aire


Cuando yo era joven, muy joven realmente, entre los dieciséis y dieciocho años, por lo regular tenía amigos mayores, a veces hasta de cinco o diez años.

Ahora que estoy en los sesenta y más es, al contrario, la mayoría de mis amigos son entre cinco y veinte años menores que yo.

En la juventud la gente de mi edad me parecía simple, insípida, demasiado básica para mis expectativas de vida, tenía yo verdaderas ansias por conocer personas interesantes de las cuales aprender algo.

Hoy veo que una buena parte de mis contemporáneos se están retirando, jubilando, renunciando o como se le llame a eso de entrar a un estado de ánimo donde se piensa que la vida ya no tiene mucho que ofrecernos y el camino es cuesta abajo.

Muchos de quienes así piensan, sienten que ya han cumplido, que la tarea está terminada. Tal vez, los críos ya terminaron sus carreras, la casa está pagada, cuentan con una pensión o de alguna forma tienen asegurado un ingreso, aunque sea mínimo, y se dedican pacientemente a morir en abonos.

Archivaron los sueños, tiraron a la basura las ilusiones y en su agenda de los años por venir no se asoma ningún proyecto relevante para sus vidas.

Está demostrado que quienes, llegados a la madurez, en el rango de los sesenta años y más, que llevan una vida activa, trabajan,  estudian, o se mantienen productivos y ocupados, tienen posibilidades de vivir más años y con mejor calidad de vida.

En algunos casos hasta les ha llegado el “segundo aire”.

En los deportes este estado de ánimo se define como: “La sensación de renovación provocada durante un entrenamiento de resistencia”

Cuando el deportista no disminuye el ritmo debido al cansancio, lo que sucede es que “ el cerebro controla y estabiliza la frecuencia respiratoria y de repente todo el cansancio,  ansiedad y síntomas de ahogo desaparecen. Este segundo aire suele producirse en sesiones de entrenamiento intensas y prolongadas, cuando el atleta toma el control de la situación y no permite que el cansancio le gane y disminuya su desempeño”

Al igual que ocurre con los deportistas, aquellos que ajustan sus vidas para enfrentar nuevos desafíos, emprender proyectos atrevidos, aprender otros oficios o habilidades sienten que pueden dar más y mejorar su desempeño. Y lejos de pensar en sentarse a ver pasar la vida, acometen con nuevos bríos unos propósitos tal vez impensables apenas hace unos años.

Este “segundo aire” nos da la fuerza para volver a andar muchas veces sobre caminos que abandonamos con el paso de los años. Terminar una carrera trunca, aprender a bailar bien o concluir un libro empezado, en fin, todo aquello que nos motive a seguir viviendo con más ánimos.

Es por ésto por lo que me reúno con personas más jóvenes que yo. Porque ellos tienen planes y proyectos para el futuro mientras que muchos de mis viejos amigos, solo tienen recuerdos. Y de la vida solo esperan que termine sin muchos problemas para ellos.

Si tú, amiga, amigo lector, sientes que ya se están acabando las páginas del libro de tu vida, tal vez sea momento de tomar el “segundo aire”

ASS






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