¡Sálvense quien pueda!
Intentando ejercitar la máxima imparcialidad posible, es inevitable destacar la maltrecha, enrarecida y enardecida atmósfera que se respira en México no solo en el ámbito político, que la verdad no huele, sino apesta, sino también en ámbitos como el de la diplomacia, el de los medios de comunicación, del periodismo, así como en las esferas empresariales y por supuesto en el debate público cotidiano social y económico.
Como que de pronto todo se disparó escalando niveles de discusión nunca antes vistos. Apenas se destapó el escándalo de la ahora ya famosa “casa gris” (que, al parecer, está por destronar a la no menos famosa “casa blanca” de “la gaviota”) la argumentación de AMLO y de sus asesores cercanos, se vio afectada por la falta de contundencia al no poder neutralizar durante más de tres semanas, no solo la enorme suspicacia de desligar el conflicto de intereses entre Baker Hughes- Pemex-José Ramón López Beltrán y - “la señora que al parecer tiene dinero”, sino de explicar “las explicaciones” hechas, o más bien, malhechas al vapor del apoyo recibido de los hijos del conocido empresario de los desarrollos turísticos de Vidanta y muchos otros negocios más, Daniel Chávez.
Pero bueno, intentando no ser tan reiterativo en lo que desde ya casi cuatro semanas seguimos viendo, leyendo y escuchando, es lamentable es la ausencia de respeto tanto a nuestro presidente como del presidente, “sus” legisladores y seguidores, a periodistas, activistas, intelectuales, grupos feministas, grupos de padres que siguen buscando soluciones de medicamentos para sus hijos con cáncer, familiares de periodistas caídos y sus colegas que exigen justicia, protección y mayor eficacia para vencer al tsunami de violencia en el que seguimos sumidos.
Ver las redes inundadas de memes, críticas subidas de tono así como caricaturas, artículos, columnas y paneles de comentaristas criticando no solo a la investidura presidencial sino también las comparsas desbocadas de senadores y diputados morenistas que se han unido a las incomprensibles decisiones entre las que destacan las magnas obras insignes del Tren Maya, Dos Bocas, Santa Lucía que siguen escalando y sobrepasando los presupuestos originales. Cuando seguimos escuchando las concesiones de privilegio y sin licitación a amigos y compadres como el de Rocío Nahle en Dos Bocas, o en Pemex con Baker Hughes, o las irregularidades en las obras del Aeropuerto que carece de efectivas vías de acceso, y así nos podríamos seguir enumerando algunas otras decisiones cuestionables.
En la última entrega hablaba del ex gobernador de Sinaloa Quirino Ordaz y su designación como embajador en España cuando, sin aun consumarse el nombramiento en el Senado, de pronto, viene una sorpresiva declaración de pausar la relación con España (¿?) Tampoco se reconfirma aún a la senadora suplente Jesusa Gutiérrez en Panamá, para sustituir al rechazado académico Pedro Salmerón (señalado como acosador sexual) y que ameritó que AMLO descalificara a la cancillería panameña como “inquisidora” y otros nombramientos más.
Tal es la situación tan preocupante, que ha muchos nos tiene sumidos en una gran consternación al ver que el barco en el que todos navegamos parece no tener dirección clara.
¿A dónde vamos? cuando todas las mañanas vemos que el capitán se la pasa de pleito con los que no piensan igual que él, mientras los víveres, las medicinas, las reparaciones del navío no se están haciendo ni tampoco previendo ante las inclemencias que ya tenemos y tendremos con cualquier lluvia o viento más o menos fuerte. Ni que decir cuando nos toque tormenta o huracán. El naufragio podría ser inminente.
La famosa “pausa” del Presidente ahora sí que hace falta pero para que él y los que lo rodean reflexionen. ¡El agua nos está llegando a los aparejos señores! Es hora de corregir el rumbo y no convocar a que los pasajeros decidan si se amotinan o no. Mucho aún que ver en el horizonte y en el propio barco que está invadido de ratas y piratas infiltrados, sí, pero también de gente valiosa que no dejará que el barco se hunda.
Ojalá y no tengamos que escuchar la terrible frase que suele gritarse ante un inminente hundimiento: “¡Sálvese quien pueda!”
Siga cuidándose
AFC