Una nueva revolución se aproxima
Cada cierta cantidad de años, las sociedades humanas se cimbran y convulsionan entrando en crisis al punto de que llegan a colapsar.
Hemos visto a civilizaciones enteras pasar por periodos de gran esplendor, poderío militar y riqueza, para sucumbir después consumidas por conflictos sociales, desastres naturales, sequías y hambrunas y de las que hoy no queda a veces ni un vago recuerdo y unas cuantas ruinas sepultadas por las arenas del desierto o la vegetación de la jungla.
Las revoluciones sociales en toda Europa en el siglo XVII y XVIII trajeron como consecuencia la desaparición de la mayoría de las monarquías y el fin del régimen de producción feudal para dar paso al nacimiento del capitalismo moderno.
Estos cambios políticos y sociales fueron el efecto lógico de los grandes adelantos científicos y tecnológicos de aquella época.
El uso del vapor como fuente de energía en la industria y el surgimiento de las grandes fábricas generó nuevas formas de pensar y de organizar a la sociedad para la producción a gran escala.
La primera gran revolución industrial a mediados del siglo XVIII necesitaba de ideas frescas e innovadoras para organizar el gobierno y a la sociedad, diferentes a las que hasta entonces eran las predominantes.
Esta revolución del conocimiento se incubó durante el periodo de la ilustración y quedó plasmado en los 35 volúmenes de la Enciclopedia editada en 1751 en Francia dando inicio al siglo de las luces.
Vemos pues que los avances tecnológicos provocaron ideas nuevas que a la postre se convirtieron en un modo de producción distinto -el capitalismo- y el nacimiento de los gobiernos democráticos parlamentarios como los conocemos actualmente.
Ante el estruendoso fracaso del experimento socialista de setenta años, ha quedado claro que por esa ruta la humanidad no puede transitar para lograr el utópico sueño de construir sociedades más justas y equitativas. Hoy, ser socialista es mas anacrónico que afirmar que la tierra es plana.
Marx, Lenin y todos los demás pensadores comunistas terminaron en el basurero de la historia y se los invoca más como sinónimo de fracaso. Aunque quedan todavía algunos trasnochados que no se han dado cuenta que esas teorías le dieron fundamento y vida a feroces dictaduras que, en nombre de la defensa del pueblo, devoraron al pueblo. Creando una nueva clase parasitaria peor que la que decían combatir.
La revolución tecnológica que estamos presenciando traerá grandes cambios económicos, políticos y sociales.
La aparición de las plataformas digitales democratiza la economía. Ya vimos como el monopolio de los medios de comunicación se desplomó con la aparición del internet. Ahora cualquier persona con un celular con cámara es reportera. Con la llegada de Air B&B todos podemos ser hoteleros, al igual que taxistas o vendedores a menudeo y mayoreo sin tener un solo local comercial o bodega.
Sin duda para estar a tono con esta revolución tecnológica, necesitamos gobiernos más democráticos, incluyentes y transparentes. Mas comprometidos con el cuidado del medio ambiente.
Y decididos a impulsar estos cambios, no a frenarlos.
Ni la izquierda ni la derecha corresponden a nuestra era.
Debemos desecharlas como formas de pensar y de organizar a la sociedad del siglo XXI y crear un nuevo modelo de producción y distribución basado en los grandes adelantos tecnológicos.
Está naciendo una nueva sociedad.
ASS