Nunca los extremos han sido buenos
“La virtud es una disposición voluntaria adquirida que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”. Aristóteles
Con la controversial visita de Santiago Abascal, presidente del partido de ultraderecha VOX, fundado en 2013 que basa su ideología, como su propia organización lo afirma, “…en la defensa de España, la familia y la vida. Eliminar al estado de la vida privada” y que en 2018 se erigió en el Congreso español como la tercera fuerza política, la agitación en las esferas políticas y mediáticas nacionales sobrepasó los límites de la atención que, a mi juicio, merecía.
Su presencia en México obedeció a la invitación que le hiciera el senador y coordinador de la bancada del PAN, Julen Rementería, nada menos que al recinto del Senado de la República, para que este individuo solicitara a miembros del PAN y de quien quisiera adherirse y firmar el documento “Carta Madrid” con el que, algunos panistas que podrían considerarse ultraderechistas, simpatizantes o afines a este movimiento, se unan a la causa de detener el avance del comunismo (que ya está más que pasado de moda y de influencia en el mundo) en Iberoamérica. Esta alianza, según el senador Rementería, es para la defensa de la libertad, la democracia y la propiedad privada, sin que implique más compromiso que ése, el simpatizar con los conceptos del documento.
Lo anterior generó, de inmediato, un alud de críticas que por supuesto incluyeron las rudas descalificaciones del propio Presidente AMLO quien dijo de VOX: “…es lo peor, son los más autoritarios, clasistas, racistas y corruptos, toda la inmundicia que no tiene que ver con el pueblo español..” y a su vez, la insolencia contestataria del dirigente español quien le reviró diciendo: “Ninguna declaración de quienes se abrazan a tiranos y protegen a narcos va a impedir nuestra causa a favor de la libertad, los derechos y la prosperidad de las naciones”
Lo anterior es una muestra innegable de la rispidez de los extremos que generan una atmósfera nada tersa entre ideologías que rayan en actitudes reaccionarias casi casi fundamentalistas, tanto de uno como del otro lado.
Todo este episodio que derramó chorros de tinta en medios impresos e innumerables clicks en las redes sociales como atención en los más diversos medios electrónicos audiovisuales en ambos lados del atlántico, me hizo asociar la película del hispano Alejandro Amenábar, Mientras dure la guerra (HBO-Max), ganadora de múltiples premios en varios festivales (entre ellos 5 Goyas) y que habla de los inicios de la guerra civil española en julio de 1936 en Salamanca (es aquí donde se nombra a Francisco Franco como el generalísimo y caudillo, mientras dure la guerra, y que finalmente se quedó al mando como dictador hasta su muerte en 1975) precisamente en el paraninfo de la Universidad teniendo como personaje central, al gran escritor Miguel de Unamuno, entonces rector de esta casa magna y reconocido como de los más destacados intelectuales de su época.
Unamuno, además de poseer una basta cultura literaria y filosófica, transitaba entre distintas ideologías llegando a medio aceptar el manifiesto redactado por los militares que estaban al frente de los nacionales como los generales Cabanellas, Mola, Franco y Millán Astray (es aquí donde se nombra a Francisco Franco como el generalísimo y caudillo, mientras dure la guerra, y que finalmente se quedó al mando como dictador hasta su muerte en 1975) que se disponían a acabar con el régimen de los republicanos que estaban influenciados por los soviéticos con tendencias comunistas (los rojos).
Y es así como, finalmente, Unamuno se decanta por criticar y condenar ambos extremos en un discurso de gran controversia donde, entre otra cosas, dijo:
“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”
Por cierto, antes de morir afirmó: “ No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario”.
En conclusión y después de tantos y tantos ejemplos de movimientos, partidos e ideologías para gobernar, en México vemos intentos de querer imponer regímenes con etiquetas dizque de izquierda progresista del centro, o partidos de ultra derecha o derechas moderada, demócrtas socialistas y no sé qué tantas otras. Lo cierto es que, sin tener que etiquetar, lo que hace falta, como decía Unamuno, es la aceptación y la adopción de la razón y el derecho. De la argumentación con debates razonados en una atmósfera de moderación, de tolerancia sin imposiciones veladas, como a veces nos quieren hacer creer.
Lo que urge es el equilibrio democrático basado en el conocimiento real de las necesidades prioritarias de la sociedad como son la salud, la seguridad, la economía, la educación, y dejarse de simulaciones y artilugios que lo único que demuestran es ese deseo incontrolable y a veces obsecado de conservar el poder a toda costa, así se tenga que recurrir a la demagogia, a la mentira y a la supuesta exigencia y complacencia del pueblo bueno y sabio.
Siga cuidándose
AF