Promesas incumplidas y respeto perdido
“La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente”
Nicolás Maquiavelo
Como nunca se había visto, vivimos una polarización generada por un Presidente, quien desde las mañaneras, además de marcar agenda y distraer con lo que le convenga (lo que hace muy bien), desde su púlpito (con todas las herramientas que el Estado le da…le damos) fustiga, lincha, critica, señala, acusa, sentencia y hasta confiesa que sí, que sí está metiendo las manos en las elecciones lo que abiertamente significa “estoy cometiendo un delito, ¿¡yyy!?
Lo peor de todo es que se han contabilizado más de 50 mil imprecisiones o verdades no comprobadas (por no decir mentiras) desde que iniciaron las mañaneras lo que nos hace recordar aquella frase de Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”
Qué lejos estamos de que podamos -como ciudadanos- vivir un debate político nacional civilizado, argumentado, maduro y edificante; este “show” de querer ser el centro de todo, se ha convertido, para AMLO, en su propio némesis o verdugo al estar atizando un odio exacerbado que nos recuerda las guerras civiles de España o Estados Unidos, donde se crearon dos bandos. Aquí, como es de imaginarse, está el de los “buenos”, el del “pueblo bueno y sabio”, la voz que se erigió como la del pueblo, la de los pobres y abandonados, o sea la de los “chairos”, la voz de la “razón pura”. Los que no comulgan con esa voz son los adversarios, los enemigos del pueblo, los conservadores, neoliberales, fifís, intelectuales orgánicos, los medios (que ya son casi todos nacionales y extranjeros que no tienen ética, por cierto), los corruptos que ya no reciben dádivas del gobierno. Ellos, los del poder, no son iguales. Por supuesto que no son iguales, para muchos…son peores.
Ahora se perdió el respeto al Presidente, a la institución presidencial. Lo que de verdad es penoso y lamentable. Se ha perdido el honor de una investidura presidencial que merece todo el respeto de los mexicanos. Solo ver las redes, están invadidas de insultos, memes, mentadas, ofensas graves, hasta caricaturas tan duras como una del Financiero al comparar a AMLO como si fuera el Führer, portando un uniforme y quepí con la 4T como si fuera la suástica de los nazis. Lo han apabullado como a ningún mandatario en nuestra historia reciente (ahora sí coincido que desde Madero). Los comentarios de analistas, articulistas y escritores reconocidos así como de periodistas, son brutales. Las burlas son apabullantes no solo en México sino en el extranjero (nadie puede creer lo de la no-rifa del avión entre tantas otras ocurrencias surrealistas).
Ahora las afrentas al pueblo bueno y sabio son evidentes como la que no es su estilo visitar víctimas (las de la Línea 12), “al carajo” . Y es que, como dijo el conocido y experimentado político Porfirio Muñoz Ledo en reciente entrevista con Adela Micha: “el poder marea y el poder absoluto, marea absolutamente… y López Obrador está mareado”.
El Papa Francisco, alguien a quien solía citar AMLO (ahora no sé si lo seguirá haciendo) en un reciente discurso dijo: “No sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de otros intereses políticos y personales…las ideologías terminan mal, no sirven… las ideologías tienen una relación o incompleta, o enferma, o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo. Por eso, fíjense en el siglo pasado. ¿en qué terminaron las ideologías? En dictaduras siempre, siempre. Piensan por el pueblo. No dejan pensar al
pueblo”.
Urge recobrar, o más bien, establecer la sensatez, el respeto y la confianza en la institución presidencial y en el poder judicial así como la pluralidad y los contrapesos en las cámaras legislativas. Urge recuperar el respeto a los organismos autónomos como el INE, la Auditoría Superior de la Federación y varios más.
Urge que en las próximas elecciones nos alejemos de la amenaza de caer en un populismo totalitario, en un régimen autoritario militarizado que se acerque a un caudillismo que luego pueda caer en el maldito y detestable fascismo.
El desconcierto se respira, no hay duda, sin embargo el deseo de que las aguas se calmen y que se detenga la violencia, afortunadamente, persiste.
Siga cuidándose
AF