De encuestas y otras mentiras.


¿Qué podemos pensar cuando a través de una serie de encuestas, nos pronostican un resultado en materia electoral y resulta otro totalmente distinto?

Una de dos, o la encuesta se sustentó en una recolección de datos engañosa, o cuando menos poco fiable, o que existía una intención sesgada para crear una falsa percepción entre la opinión pública de parte del encargado de aplicar la encuesta. Así de sencillo.

No debemos perder de vista que mucho del material del que se nutre la metodología para la investigación del mercado, -entendido este como el mercado electoral y sus preferencias-, parte de criterios y conceptos estadísticos, y la estadística es una rama de las matemáticas que permite obtener información, clasificarla, sistematizarla e interpretarla a partir de cierto rigor científico. Y estos datos pueden analizarse a partir de modelos que nos permiten aventurar diferentes escenarios con cierto grado de precisión.

El problema aquí es que cuando hablamos de recopilar esta información de la gente, y que alimenta el sondeo de opinión, de lo que estamos hablando es de la forma de pensar de las personas, y estas conductas corresponden al ámbito de las ciencias sociales y no de la ciencias exactas, como la física, química o la matemática. Y en consecuencia no se pueden esperar resultados 100% predecibles.

Esto por decirlo de una forma simplista podría explicar por qué muchas de las veces los pronósticos fallan. Sea debido a que el entrevistado cambia de opinión en el último momento, o que no dice la verdad, o simplemente contesta lo que quiere escuchar quien lo está entrevistando en una serie de preguntas inducidas para obtener una respuesta programada.

La otra cara de la moneda es algo que estamos viendo con mucha frecuencia aquí en nuestro estado y específicamente en Los Cabos.

Literalmente las redes sociales, sobre todo Face Book, se han convertido en el campo de batalla electoral de cara a la elección del 2021.

Unos a otros los políticos tradicionales y uno que otro amateur, suspirantes, precandidatos y eternos contendientes de cuanta elección acontece por estos rumbos, publican encuestas, la inmensa mayoría de ellas falsas, poniéndose ellos mismos muy por encima de sus contrincantes con la intención perversa de influir en el ánimo del electorado. Incluso contratan a “comunicadores profesionales” para que organicen esta farsa, quienes ponen y quitan personajes a su antojo con tal de agradar a quien generosamente les está pagando por tales chapucerías. Y de la ética profesional ni hablar, lo que rige en este caso es el tabulador de tarifas por el pago de servicios de desinformación, confusión y engaño.

Finalmente, amigas, amigos, lo único que les puedo recomendar es que duden de todas esas encuestas patito, que son engaña bobos. Y cuando quieran comprobar si una encuesta cumple con cierto rigor de veracidad pidan el nombre de la empresa o quien la hizo, el método utilizado y el universo objeto del sondeo, digo, entre muchas otras cosas más.

Pero, de entrada, por favor desconfíen. Siempre desconfíen, estamos hablando en muchos de los casos de verdaderos delincuentes electorales que aspiran a gobernarnos.

 

armandosanchezsalcido@gmail.com






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