Obrador vs. Trump ¿Quién ganó?
A
mi juicio, el resultado del impredecible encuentro entre los presidentes, López
Obrador y Donald Trump, fue un empate técnico. Los dos salieron ampliamente
beneficiados de éste.
En mi entrega editorial anterior en este
mismo espacio, señalaba yo la posibilidad de que esta reunión se centrara en
los aspectos relativos al T-MEC y que Trump no cediera a la tentación de
convertirla en un acto denigrante para nuestro pais y diera oportunidad de
fortalecer la relación entre los dos gobiernos, lo que sería un punto a favor
de López Obrador.
Cual, si se tratara de la lucha libre, en un
evento anunciado a tres caídas, sin límite de tiempo y máscara contra
cabellera, se perfilaba desde días antes como un clásico duelo de rudos contra
técnicos, correspondiéndole a Trump el título de rudo entre los rudos.
Y como todos sabemos, la lucha libre es una
maravillosa mezcla de ficción y realidad, simulación y actuación, pero donde
también los trancazos duelen.
En este evento político, ambos contendientes
lucieron bastante bien. Los dos gobernantes necesitaban un nutrido repertorio
de patadas voladoras, llaves quebradoras y toda la acción y el glamur que
acompañan a este espectáculo.
A
los sillazos en la espalda, propinados por Donald Trump a los mexicanos en las
peleas pasadas, con aquello de que solo les mandamos a los Estados Unidos,
violadores, traficantes de drogas, asesinos y “bad hombres”, Obrador le
respondió con una llave desnucadora, que hasta lo hizo voltear a verlo durante
su discurso, diciéndole, “se ha conformado, aquí, una comunidad de cerca de 38
millones de personas, incluyendo a los hijos de padres mexicanos. Se trata de
una comunidad de gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida de manera
honrada y que mucho ha aportado al desarrollo de esta gran nación”.
Con un discurso bien estructurado, leído de
corridito, sin las eternas pausas que le encanta hacer, el tabasqueño expuso
con mucha claridad, el marco dentro del cual se habrán de continuar llevando a
cabo las relaciones económicas y políticas entre nuestras naciones al tenor de
la implementación del nuevo T-MEC.
Fue un discurso alejado de la retórica
cotidiana que nos recetan cada mañana desde Palacio Nacional, cargada de
reclamos, acusaciones y reproches. El tono y el contenido de lo que se dijo en
la Casa Blanca este 8 de julio, puede ayudar a recuperar la confianza de los
inversionistas nacionales y extranjeros en nuestro país como destino de sus
inversiones.
A Obrador le hacía mucha falta mostrar un
rostro de estadista de altos vuelos. Verse como el orquestador de los grandes
acuerdos. El designado para unir a los mexicanos en aras de reconstruir el
país. Esta visita a la Unión Americana lo mostró así. Ojalá que no sea el
dinamitero de su propio logro, como luego acostumbra a hacerlo y mande al carajo
este gran avance.
Por su parte a Donald Trump le urgía ahora
que está en campaña electoral para buscar reelegirse, sacudirse un poco la
imagen del racista, xenofóbico e intransigente que es. Especialmente cuando le
han estallado la crisis social por el racismo que el mismo fomenta, la
pandemia, y la caída de la economía.
Hoy vimos a un Trump moderado y conciliador
que tuvo la suficiente prudencia para contener su característica verborrea
provocadora y su predilección por humillar y ofender a otros gobernantes.
En resumen, podemos decir que esta visita fue
muy positiva para México.
Bien por el presidente López Obrador,
esperamos que continúe por la ruta de la reconciliación y veamos en el futuro
más expresiones de parte suya de este tipo.
armandosanchezsalcido@gmail.com