De esperanzas, créditos y otros apoyos
En estos tiempos
de contingencia, confusión y sobre todo de temores bien fundados, cualquier
objeto que flota en esta mar de incertidumbre significa una esperanza. Y la
esperanza se presenta de muchas formas y, todas ellas, igual de válidas para lo
que anhelamos.
Y sí, la esperanza tiene varios rostros,
desde tenerla siempre para que la enfermedad o cualquier padecimiento no te
llegue, hasta ser víctima de graves y hasta fatales accidentes; y ahora, con el
Covid 19, este bicho viene a aumentar los riesgos de seguir respirando, pero
con la misteriosa y terrible característica de ser un monstruo invisible que no
sabes en qué momento, ni cómo, te puede afectar, sin importar tu condición
social, económica o de salud.
Sin embargo la esperanza de salir airoso del
contagio la verdad es que es aún muy alta.
La clave está en seguir las recomendaciones que todos sabemos además de
mantener una actitud positiva y optimista, siendo así, el margen de ser
infectado se reduce enormemente, créame.
No obstante, si por la mala fortuna nos
tocase a pesar de tener todos los cuidados, pues sería ya cosa del destino,
como lo sería con cualquier otra enfermedad o accidente, por lo que la esperanza vuelve aparecer flotando,
siempre la esperanza. Y es que las posibilidades de librarla conforme pasa el
tiempo, cada vez son mayores.
Ahora bien, hay otro problema igual de grave:
la economía, la sobrevivencia, una sobrevivencia que, para los más, se presenta como una carrera con obstáculos tan altos
que pueden hacernos sucumbir y hasta aventar la toalla, en otra palabras:
quebrar.
Y aquí de nuevo vuelve a emerger la búsqueda
de la esperanza que, evidentemente, se basa en cómo subsistir cuando estás en
cuarentena, sin muchas opciones y las
que hay, sumamente limitadas no solo para el presente inmediato sino para el
futuro cercano. Más grave aún en sitios turísticos como el nuestro, aquí en Los
Cabos.
Con una economía parada en más del 85% quizá
90%, sin turismo, sin hoteles abiertos, sin restaurantes y todo lo que deriva,
el 15 ó 10% restante (sino es que menos) son realmente los que pueden medio
sobrellevar una vida normal, pues a su alrededor hay mucha gente que depende de
ellos. Los afortunados, o son muy ricos, o son herederos con ingresos
asegurados, o tienen un negocio que por su giro pueden seguir generando a su
favor el efectivo que hoy es rey, qué bueno.
Lo peor está para los más de 150 mil
trabajadores de la industria hotelera, gastronómica y comercio que dependen de
salarios y ventas. La situación es de enorme preocupación, no solo para seguir
cubriendo sus gastos fijos de renta, luz, colegiaturas, etc., sino de no caer
en la extrema situación de no tener ni para comer y dar de comer a sus
familias. Para ellos la esperanza hoy, al menos, tiene el rostro de la Alianza
Comunitaria de Baja California Sur, organización que representa una luz en el
oscuro túnel de no quedar en la peor situación imaginable.
Para los micro, o pequeños empresarios así
como para los profesionistas o personas físicas con actividad empresarial pues
la situación no es menor, para ellos la esperanza no está precisamente en los
créditos de $25 mil pesos que ofreció el Gobierno Federal y que realmente serán
una pequeña aspirina y más en una zona como Los Cabos donde la vida es bastante
más cara que en el continente.
Para todos los demás que representan el
verdadero motor de la economía del día a día y que tienen que sostener a 5 o
más personas en su micro o pequeña empresa, la esperanza ahora se llama Banco
de México y no el Gobierno Federal. La esperanza real es que los 750 mil
millones de pesos que está por inyectar a los bancos, realmente éstos pongan a
disposición créditos blandos con tasas y plazos posibles y no que sean, a la
larga, un lastre que no se pueda levantar. A esto el Presidente dijo que estaba
bien (pufff qué alivio) pero que estaría
muy pendiente para que no se vayan a beneficiar a empresas que ya traían un
arrastre de mala situación. Lo cual está bien, lo que no está bien es que siga
con la mira a que sus prioridades sigan siendo sus megaproyectos faraónicos
intocables, lo que ha generado una crítica generalizada (nacional e internacional)
por no cancelarlos o, al menos, posponerlos.
Por otra parte no puedo dejar de mencionar el
“oso” que acaba de protagonizar, cuando
en su mañanera de este lunes externó su inconformidad a la negociación exitosa
de los 59 miembros del Consejo Mexicano
de Negocios (CMN) con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para
conseguir créditos revolventes de hasta 12 mil millones de dólares tomado como
garantía las facturas (factoraje) que los proveedores presentan a sus clientes
para que puedan ser liquidados con estos fondos y así seguir con la actividad
económica y la liquidez necesaria para que no se pierdan más empleos. Para AMLO
(como no entendió de entrada) dijo que “no me gustan los moditos” ni tampoco
“estamos de florero”. Ya esta mañana -con
la pena- tuvo que aceptar que estaba bien. Pareciera que en realidad no le
gustó que los apoyos a las MiPymes sean de Banxico y alianza BID-CMN y no se le
ocurrieran a él.
En fin, lo importante es no perder nunca la
esperanza y sí dejar en el olvido aquella cursi frase del candidato de aquel
entonces que decía que con su gobierno se abría “un rayo de esperanza”, nada
más irreal.
Siga cuidándose porque así nos cuida a los
demás y en especial a los suyos.
AF