Mártires de la impunidad y la corrupción
Expresiones de Armando Figaredo
La violencia en nuestro país, lejos de reducirse o mantenerse con índices estables en cuanto al número de homicidios relacionados con el crimen organizado, en los últimos 12 años se ha venido incrementando de forma brutal llegando a niveles verdaderamente insospechados.
El número de muertes anuales ya comienzan a parecerse a los de cualquier país que esté padeciendo alguna guerra civil.
Si a lo anterior le sumamos el número de fosas comunes clandestinas descubiertas (y que se siguen descubriendo) con decenas de cadáveres sin identificar, seguiremos sin salir del azoro al mismo tiempo que estaremos entendiendo el porqué del alto número de desaparecidos en nuestro país que ya alcanzan los 30 mil a marzo de 2017 (unos 4 mil adicionales desde diciembre de 2015), de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas (RNPED) lo que nos da una idea de la extrema gravedad de lo que está sucediendo.
Pero eso no acaba ahí, por si fuera poco, habría que añadir un ingrediente que magnifica la problemática y que la escala a otros terrenos que tienen que ver con la democracia y la libertad de expresión. Me refiero a la lista de periodistas que han sido asesinados por el crimen organizado, que no excluye la inclusión de sujetos incrustados en el poder del gobierno y en del empresarial con intereses económicos muy definidos, como constantemente lo señalaba el recién ultimado periodista y escritor Javier Valdez que fue ejecutado el pasado 15 de mayo en Culiacán, Sinaloa.
Un mes antes, al medio día del 14 de abril, Viernes Santo por cierto , en el estacionamiento de una de estas tiendas trasnacionales de La Paz, Baja California Sur, había sido también ejecutado a balazos el periodista retirado de 71 años Max Rodríguez, frente a los ojos de su esposa.
Max colaboraba con el conocido Blog del Colectivo Pericú y cubría sucesos relacionados con la nota policiaca y en especial sobre la guerra desde hace casi dos años –y que continúa- entre los cárteles que se disputan el dominio de los territorios para seguir con su jugoso negocio de la venta y trasiego de drogas.
Tan solo en este año ya llevamos 7 prensa-homicidios que sin restar la importancia a los seis anteriores, éste, el de Javier Valdez, ha detonado el hartazgo y el de un ¡Ya basta! no solo del gremio de comunicadores, sino de la sociedad entera y que ha tenido repercusiones en la comunidad internacional que no deja de sorprenderse por la gran impunidad y el grado de corrupción que evidentemente siguen imperando en México y que, como una severa gangrena, continua corroyendo las esferas de gobierno en sus tres niveles.
El hecho es que ya superamos los 120 asesinatos de colegas periodistas que siguen engrosando la lista de los que ya se consideran mártires de la impunidad y la corrupción en su máxima expresión, desde el año 2000, lo que, no por nada, ubica a México entre los 3 primeros países en el mundo donde ejercer el periodismo es de altísimo riesgo.
Esta columna se suma a las decenas -sino es que cientos- de columnas, artículos, editoriales, reportajes, comentarios, etc., donde se expresa la indignación de una comunidad que se resiste a seguir perdiendo periodistas que trabajan para mantenerla informada. Una comunidad que no puede aceptar que sus comunicadores no puedan sentirse libres de escribir, fotografiar, caricaturizar y opinar sobre lo que ocurre en las calles que cada vez más se tiñen de rojo.
El temor y el desconcierto que ya reina en el ámbito de esta profesión y en especial en el de los reporteros de la sección policiaca que, por cierto, desde aquí reitero un público reconocimiento a su labor, debe detenerse sin tener que estar esperanzados a esa serie de medidas de protección e incrementos en presupuestos por parte de la autoridad federal, para la seguridad de estos periodistas que, en la realidad, ante estos criminales, es como sacar un tímido paraguas para guarecerse de un huracán que acecha cada vez más de cerca con la amenaza de ir subiendo de categoría.
Finalmente reconocer y rendir un sencillo pero merecido homenaje en la memoria de Javier Valdez y de todos los que, cumplimiento con su profesión y vocación, reportaron, describieron y externaron sus reflexiones a través de notas, reportajes, escritos, libros y cualquier otro medio, metiéndose, muchas veces, entre las patas de los horrores del crimen organizado que, repito, incluye a seres siniestros de la mafia que se mezclan con los del poder político, económico y el del poder de la oscura y perversa maldad de los monstruos que nos rodean protegidos…más bien, blindados por la cobija de la impunidad
AFC