Cocodrilos
Nunca he encontrado una persona tan ignorante de la que no pueda aprender algo.- Galileo Galilei.
Allá por el 1949 (hora me doy cuenta de que en esas fechas, la II Guerra Mundial había terminado apenas 3 años antes), estudiaba yo en una escuela a la orilla del Golfo de México, en el Estado de Mississippi, a un par de millas de la línea estatal con el Estado de Luisiana y muy cerca de la zona del gran delta del río más grande de América del Norte. La región ha sido, desde siempre, desde las costas del Este de Texas hasta la Florida, sitio ideal para el desarrollo de los cocodrilos “o “alligators” que por mucho tiempo proveían de pieles de caimán a los fabricantes de botas vaqueras, y bolsos para dama, además de proveer a los restaurantes locales de la carne de los reptiles que era bien aceptada en la región.
No tardaron en aparecer los “activistas” que con el afán de proteger a los cocodrilos de la depredación que sufrían lograron, en muy poco tiempo, la promulgación de leyes que declaraban al cocodrilo especie protegida y prohibían la caza y comercialización de carne y pieles por igual.
Así las cosas, pasaron los años. Yo salí de la escuela, regresé a México y en el 1957 ya era yo, sin saberlo, Operador de Turismo Receptivo. Un dia, la incipiente televisión nos dio cuenta, en blanco y negro, de una tragedia: Un cocodrilo había remontado el jardín de una casa particular a la orilla de un manglar en Gulf Port, buscando de qué alimentarse. Encontró una nena en su corralito. Sus llantos atrajeron a sus padres que la salvaron de caer en las fauces del feroz reptil. La noticia corrió como reguero de pólvora y la sociedad se dio cuenta de que la protección dada al cocodrilo por los “ambientalistas”, había servido para que la especie se multiplicara fuera de toda proporción. De inmediato se promulgaron leyes estatales en Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida declarando “temporada abierta de caza” para los cocodrilos cuyas carnes una vez más, regresaron a las mesas de los restaurantes a lo largo de la carretera US90.
Lo anterior viene a cuento porque en la Riviera Maya, Puerto Morelos, y Playa del Carmen, para no ir más lejos, los cocodrilos se han convertido en una plaga sin que nadie pueda hacer nada para eliminarlos, pues en México son “especie protegida”, como lo fueron en los Estados Sureños de los que hablo arriba. Más de una vez he visto un cocodrilo atravesado en la carretera que va a Puerto Morelos con la consecuente aglomeración de vehículos cuyos manejadores deben esperar a que el lagarto se mueva por sí mismo y deje el paso libre. No quiero ser pitoniso, pero hay hoteles en la región cuyas instalaciones “invitan” a los cocodrilos a visitarlos. Es posible que los gerentes de estos hoteles ya los hayan visto en sus propiedades y que inclusive los hayan sacrificado – pero en secreto. Lo que no debe permitirse es que se presente un incidente grave que marque el destino como inseguro, ya no por el sempiterno tema de los Chapos, Zetas o Azules sino ahora, además, por la presencia de los cocodrilos en jardines y terrazas como ya más de un zapador lo ha mencionado. ¿Por qué no recurrir a las autoridades locales para que promulguen disposiciones de Ley que suspendan la protección a los cocodrilos y permitan su caza controlada? Si empezamos desde ahora, es posible que dentro de unos 8 años se promulguen las Leyes de control que se requieren desde hoy.
ZAPA.- Faltando una semana para el Tianguis, la Secretaría de Turismo de la CDMX ofreció espacio en su pabellón y un gafete gratis a los prestadores de servicios turísticos que lo desearan. ¿Qué pasó para que a tan tardía fecha los espacios del pabellón de SECTUR CDMX estuvieran desocupados? Esperemos que hayan zapadores en Acapulco que nos ilustren sobre este tema para contárselos.
fernando@betanzos.mx