El cáncer solo por la raíz
Ante la grave situación de violencia inaudita que Baja California Sur (en especial La Paz y todavía más en particular, Los Cabos) está padeciendo, las autoridades se enfrentan a un doble e histórico reto:
Uno, que es el de frenar de inmediato la ola de ejecuciones que se desataron hace más de un año en la capital, La Paz, y en otros municipios del norte, así como los que continúan aumentando en Los Cabos y que iniciaron a partir de finales de octubre del 2016 y que a la fecha suman más de cien muertes por arma de fuego incluidas las de dos policías ministeriales la semana pasada, y;
dos, el determinar claramente las causas y cómo evitar que ésta guerra de narcobandas siga proliferándose con el incremento paralelo de la adicción de cientos o quizá miles de jóvenes que siguen engrosando la lista de “clientes” del narcomenudeo.
Del primer reto se ha visto que los esfuerzos de los tres niveles de gobierno no han sido suficientes. Ni el refuerzo de casi 200 elementos de la Gendarmería Federal que llegaron a Los Cabos hace algunas semanas. Ni las investigaciones de inteligencia para aprehender a los sicarios que en la mayoría de los casos han resultado impunes. Ni tampoco los filtros y retenes que esporádicamente se han implementado en todo el estado.
Si bien se han realizado detenciones importantes y descubierto guaridas de células de narcotraficantes, siguen sin ser suficientes a pesar de que en teoría una detención debería de llevar a otra y así sucesivamente.
Sabemos que no es así de fácil, sin embargo algo más efectivo debe aplicarse ya que el porcentaje de incremento de homicidios dolosos de esta especie en Baja California Sur ha sido de un escandaloso 685% en un año.
Hablando del segundo reto, de todos es sabido que en las causas está la solución. Es evidente que la venta e ingresos por concepto de drogas se ha incrementado a tal grado que esta “plaza” se ha convertido en un atractivo muy interesante para los cárteles. De ahí la lucha intestina por dominar este “territorio”. Por otra parte el turismo y la clientela cautiva que representan los que vienen a “divertirse” a toda costa, y; la inmadurez, falta de valores y principios en los jóvenes con problemas intrafamiliares que ha generado que el índice de adicciones se haya disparado incluso desde edades que van desde los 13 años, lo que es impactante en cualquier sociedad.
Mientras los recursos para mejorar la calidad en la educación, no solo en los alumnos sino -aun más importante-, en los maestros, son exageradamente insuficientes, habría que añadir la falta de comunicación entre padres e hijos, la violencia doméstica, la proliferación de pandillas, así como la raquítica atención a las adicciones y centros de rehabilitación y capacitación de maestros y padres de familia para detectar este tipo de problemas en la adolescencia y juventud además de la ineficiencia en la vigilancia en escuelas y calles aledañas y la hasta ahora, ineficacia de las autoridades judiciales y de prevención en detener al narcomenudeo hacen, de todo esto, la tormenta perfecta.
Lo cierto es que las muertes la drogadicción y el crimen organizado siguen avanzando mientras que la educación, la vigilancia y la justicia, por los resultados que vemos, van perdiendo la batalla. Ojalá y pronto esta situación se revierta.
La complejidad de la problemática es cada vez más aguda por lo que las soluciones a este cáncer deben ser de raíz antes de que provoque una metástasis imparable. No le veo de otra.
Cuídese.
AFC