Autonomía energética
En el nuevo mundo que está naciendo como consecuencia de la revolución tecnológica, la autonomía energética en unos cuantos años será un sueño hecho realidad. Eso es inevitable.
Todo cambia, todo se transforma, lo viejo cede paso a lo nuevo.
Ahora que está la gran discusión nacional sobre la contra reforma energética promovida por AMLO, se han estado ventilando aspectos de gran relevancia que evidencian el oscuro proceso mediante el cual se dieron importantes contratos a particulares tanto en materia de electricidad como de hidrocarburos, a cambio de dinero.
Esos actos de corrupción descarada, con todo el sello del odiado prianismo, han dado paso a una tendencia oficial que, si bien busca sanear a la CFE, pone el acento en que la empresa estatal sea predominante en la generación de energía eléctrica.
Pero a nosotros como consumidores eso no nos conviene.
En unos pocos años más, queridos lectores, ustedes y yo no le pagaremos a nadie por la energía eléctrica que consumimos en nuestros hogares y negocios. Esta energía provendrá principalmente del sol y del viento. La industria de paneles solares y generadores eólicos avanza a pasos agigantados para hacerlo posible.
La era de los grandes monopolios sean privados o del gobierno pertenecen al jurásico. No responden ya a las necesidades del nuevo mundo.
El capitalismo, como lo conocemos hasta hoy, está mutando.
La perversa oligarquía financiera - entendida aquella como el reducido número de grandes grupos financieros que controlan bancos e industrias y rigen los destinos del mundo, concentrando la riqueza mundial- es la causante de la miseria de miles de millones de seres humanos y los culpables en gran parte de la destrucción de nuestro medio ambiente.
De acuerdo con la ONG, Oxfam, en un informe publicado el 20 de enero del 2020, 2,153 millonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4,600 millones de personas (un 60% de la población mundial)
La enorme concentración de poder y riqueza se encamina a su fin. En su lugar veremos que los pequeños productores gradualmente irán remplazando a las grandes empresas. Cada vez será más frecuente encontrar comunidades que sean capaces de producir localmente sus medios de subsistencia a través de sistemas como el cultivo hidropónico, los invernaderos y otros medios de producción a menor escala y con menor daño al ambiente. Así ya está pasando en muchos lugares del mundo.
No se confundan, no quiero decir que sucederá de la noche a la mañana. Se llevará todavía algún tiempo, pero pasará.
Cuando seamos capaces de producir nuestra propia energía y no dependamos de los grandes monopolios iremos avanzando de forma diferente para organizar a la población.
Una nueva sociedad está naciendo y esta usará principalmente fuentes de energía alternativas como el viento, el sol, las mareas, el hidrógeno y muchas otras que ya se empiezan a desarrollar.
Y estas energías limpias no estarán ya en manos de ningún monopolio.
Serán nuestras.
ASS