
Como es
sabido, esta frase se atribuye al rey Luis XV de Francia, conocido por su
egolatría y enfermedad de poder; en este caso, me atrevo a aplicarla al
presidente López por lo que a continuación expongo.
Este presidente gobierna prácticamente sólo
para sus votantes, los demás no existimos o somos sus enemigos declarados, casi
traidores y apátridas que queremos volver a lo mismo. Craso error, ya hemos
señalado que habemos millones de mexicanos que, si bien no votamos por él,
estamos en total desacuerdo con la forma tan sucia de operar de la llamada
clase política mexicana, y que no nos vengan con que queremos recuperar
privilegios... eso es demagogia pura para sus ingenuos seguidores. Por supuesto
queremos un cambio, pero no para empeorar.
La utilización del presupuesto público es una
clara muestra de lo señalado: la planta productiva y el empleo no le importan;
es más, se da el lujo de despreciar la inversión privada, nacional
y
extranjera, sin las cuales se cancela toda posibilidad de desarrollo económico,
empleo, bienestar, combate a la pobreza, así como la propia estabilidad
política y social del país, pero esto poco le importa.
Esto se recrudece en un país con un gobierno
pobre en relación con las enormes demandas y carencias de buena parte de la
población, en donde la inversión pública cubre apenas alrededor de un 3% de la
inversión total. Para él esto no tiene la menor importancia.
Así también el manejo del presupuesto deja en
claro la poca importancia que atribuye a la salud, la educación, el arte y la
cultura, la ciencia y la tecnología, así como para amplios sectores de
la
población entre los cuales destacan sin duda los niños con cáncer, los enfermos
en general
y el apoyo a la mujer, aunque él se
autoproclama como un gran "humanista" (dudo mucho que conozca el
significado del término), y presume que su gobierno es el más feminista del
mundo, son sólo otras más de sus abundantes y viles mentiras... para muestra,
el patente menosprecio a las manifestaciones de las mujeres contra la violencia,
contra los médicos y el personal de salud en general, la desaparición de
guarderías infantiles, el desmantelamiento de los centros de apoyo a mujeres
víctimas de violencia y, por si fuera poco, el recorte del 75% (más o menos 150
millones de pesos) al Instituto Mexicano de la Mujer.
Otro tema que ilustra claramente esta dejadez
o, para muchos, auténtico valemadrismo,
es sin duda el manejo de la pandemia, qué ha sido una cadena de desaciertos,
palos de ciego y no sólo falta de liderazgo, sino un pseudo liderazgo errático,
mezquino, pleno de confusiones, mentiras y contradicciones, que ha costado
cualquier cantidad de vidas.
Así, en pleno pico de la pandemia intentan
reabrir la economía (claro, no está dispuesto a retirar y reasignar un solo peso
de sus proyectos consentidos); él se va de gira -con fines claramente
electorales- y nos deja en manos del más que cuestionado L. Gatell -que no actúa como un verdadero
científico, sino como su auténtico gato político- para el manejo de la crisis
sanitaria. ¿O usted ha visto al presidente visitar enfermos?
Por otro lado, aunque parezca contradictorio
en relación al título de este artículo, este presidente se esfuerza día con día
por concentrar más poder y más recursos públicos, y usted podrá decirme que lo
que quiere es perpetuarse en el cargo, y no puedo más que estar de acuerdo.
Sin embargo, la frase después de mí, el
diluvio, se refiere fundamentalmente al hecho de que López tiene en su mente
dos grandes prioridades: el pre$upue$to para manejarlo a sus anchas, y ganar
las elecciones.
No importa que su por demás pretenciosa
cuarta transformación deje al país hecho añicos, polarizado y en bancarrota.
Eso no es relevante, sólo importa su sueño de grandeza para pasar a la historia
emulando a Benito Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas, cuando lamentablemente no
le llega ni a los talones a ninguno de estos personajes, y el resultado de su
gestión acabará siendo más parecido al de su tocayo López de Santa Anna.
No debemos olvidar que las tres grandes
transformaciones que inspiran los sueños megalómanos de López, la
Independencia, la Reforma y la Revolución, se han llevado a cabo con un elevado
costo para el país, y que este costo tiene que medirse también en sangre
derramada por los mexicanos, y si esto llegara a suceder con su cuarta
transformación, es cosa que a él le importa muy poco... Después de él.. el
diluvio.
Roberto Jáuregui Zentella